MALOS HÁBITOS MEXICANOS
Procrastinación:
Dejar todo para el último momento, para cuando ya no tiene otra que hacerlo. En cualquier momento creemos que nos sobra tiempo y no es importante hacerlo en ese instante. Es clásico escuchar un “ahorita es ahorita” porque en México el ahorita puede significar ahora mismo o dentro de tres días, porque no importa cuánto aplacemos las cosas, algún día saldrán. Tal vez junto con esta frase podamos ligar “el hubiera” porque en México desearíamos haber hecho las cosas antes, las postergamos tanto que en un momento, fue imposible hacerlas.
Impuntualidad:
En otros países hasta los transportes tienen horas exactas para abordarlo, en México estamos acostumbrados a oír cosas como “había mucho tráfico”, “me estoy estacionando” o “no sonó el despertador”. Este mal hábito de los mexicanos demuestra el respeto casi nulo que mostramos ante el tiempo de los otros, hacia aquel que, probablemente, sea más puntual que nosotros.
En el tráfico las personas se gritan y desesperan porque no tomaron el transporte cinco o diez o una hora antes. En las fiestas, sabes que debes invitar a todos una o dos horas antes para que lleguen justo a la hora que lo planeaste y si llega temprano, poco a poco también formará el hábito de llegar tarde a las reuniones porque se dará cuenta que no ha empezado la reunión aún. En fin, se convierte en un círculo vicioso.
Doble sentido de las palabras (Albur)
No importa si sea una reunión formal o simplemente está en el trabajo, el mexicano no puede evitar comenzar a pensar que lo dicho podría interpretarse en otro sentido que se refiera a sexo, sexo y más sexo. Si un mexicano quiere hablar en serio sobre un asunto, la tarea será difícil, sobre todo si es con amigos, porque siempre podrá cambiar el sentido de las inocentes palabras del interlocutor.
Chorero (Sabe lo todo)
Si no sabemos, lo inventamos. Si alguien nos pregunta algo y no tenemos idea de qué habla, es más fácil darle la vuelta con cosas que no entienda en lugar de quedar en ridículo. Porque el mexicano lo sabe todo: una dirección, la respuesta del examen que nunca estudió, la receta que alguien más nos pregunta, todo puede ser creado por nuestras cabezas aunque no sepamos de qué estamos hablando, porque el mexicano es chorero.
Malinchista
La tradición indígena permanece en nuestro corazón y hablamos con orgullo de nuestros antepasados, pero cuando se trata de los indígenas que viven ahora y con los que convivimos a diario, es más fácil ignorarlos. Por otro lado, si en un trabajo piensan escoger entre un mexicano y un extranjero, del lugar que sea, el extranjero probablemente sea el que gane el puesto, porque seguramente sabe más que alguien que nació aquí.
Burlarse de todo
La muerte no se salva. El mexicano se burla de todo, las tragedias no lo son porque siempre hay una risa que ayuda a que la situación no parezca tan difícil. Con él no se puede hablar en serio, el mexicano puede botarse de risa mientras tiene la conversación más seria y ser indiferente ante lo preocupante.
Resignado y conformista
Por no decir mediocre. El mexicano está acostumbrado a su modo de vida y no le interesa nada más; mientras viva bien y no le falte nada a la familia, qué más da lo demás. Si las cosas van a cambiar, no será por su esfuerzo, sino por un milagro divino. Es muy común escuchar frases como “si Dios quiere", "ni lo mande Dios", "ya Dios dirá…” Porque nosotros no somos capaces de cambiar nuestra vida, requerimos un poder supremo.
Extremadamente Religioso
Si algo puede mover sus pasiones es la religión: afectos a los santos y Dios, las palmas se las lleva la virgen. En cada colonia puede encontrarse al menos un altar al santo patrón y la vida del mexicano transcurre porque una fuerza sobrehumana lo quiso así.
En México no es voluntad de la gente dejar de tomar, el doctor no causa la cura de una enfermedad y el destino está en manos de una fuerza mayor. La gente va a la Basílica de rodillas a jurar que nunca más tomará o para pedir que la enfermedad de alguien cese, si el milagro es cumplido, regresan para agradecer. Todo se mueve gracias a Dios. Y sólo él tiene el poder de lo que pasa. Probablemente a esto se deban gran parte de los otros defectos, porque lo que importa es la vida después de la muerte.
La identidad del mexicano se desarticula, se vuelve a formar y nos sorprende con extrañas conclusiones que se reflejan en nuestra personalidad. Cada uno es sumamente distinto y al mismo tiempo similar. Tenemos tradiciones, costumbres y un contexto que compartimos. Del Norte al Sur, existen estereotipos que manipulan y resaltan las características de aquellos que pertenecen a esa región.
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